"1) Necesitamos viviendas para el mínimo nivel de vida?
Continuamente oímos enunciar reflexiones contra la edificación de viviendas pequeñas. Salen a reducir los conocidos argumentos: Cuanto menor es el espacio de la vivienda, mayor es el precio unitario; las viviendas que quedan por debajo de una cierta medida, serán después inalquilables. Temores de carácter higiénico o psicológico salen a consideración y finalmente se aconseja edificar viviendas mayores —aproximadamente 50 metros cuadrados como superficie de vivienda mínima— y dejar las viviendas viejas para la gente de bajo nivel de vida.
¿Quién da estos consejos? Acaso salen de la boca de los cientos de miles de gente sin vivienda, que llevan una vida miserable en mansardas y sótanos o compartiendo la vivienda con parientes o amigos.
¡No! Estos consejos vienen de los saciados de espacio de vivienda, que no pueden imaginarse la situación de los sin vivienda. Por eso no les hacemos mucho caso.
Nosotros preguntamos figuradamente al ejército de desheredados, a los que esperan ansiosamente un acomodo humano. ¿Estarían ellos de acuerdo si un reducido número recibe grandes viviendas, mientras que la masa se ve sentenciada a soportar su miseria durante años y decenios, o bien preferirían una vivienda pequeña, que a pesar de la limitación espacial satisfaga las necesidades, cosa que debemos resolver en la vivienda de la nueva época, si de esta manera se pudiese extirpar en poco tiempo el mal de la falta de viviendas?
Nosotros sabemos que la respuesta a la pregunta sería contestada unánimemente así: Procuradnos viviendas que, aunque pequeñas, sean sanas y habitables y, ante todo, facilitadlas con alquileres accesibles.
Antes de la guerra se construían en las grandes ciudades cientos de miles de viviendas que satisfacían en pequeña parte las justificadas exigencias mínimas y cuya escasa calidad era una de las causas principales de la disminución de la salud en las grandes ciudades muy pobladas.
Las viviendas construidas en la postguerra tienen, en general, un nivel más alto, pero los alquileres sobrepasan el límite accesible a las familias de bajo nivel de vida.
Por eso necesitamos viviendas suficientes en número y en calidad, que satisfagan las necesidades de las masas, de los que buscan viviendas con pocos medios.
Necesitamos viviendas para el mínimo nivel de vida.
2) Quién debe construir la vivienda para el mínimo nivel de vida?
Las dificultades que comporta en varios países la realización de un plan de vivienda suficiente, dependen del estado del índice de construcción, así como de la cuantía media de los intereses de las hipotecas. Las condiciones son actualmente muy desfavorables en Alemania, ya que con un índice de construcción de 192,8, los intereses hipotecarios han aumentado de un 4,5 por 100 antes de la guerra, a un 11.5 por 100 en 1929, de manera que el alquiler de una vivienda obrera de 50 m2 de superficie, que antes de la guerra costaba aproxima damente 30 DM ha subido hoy a 118 DM. Por tanto, no podemos mantener asequibles loa alquileres de las nuevas viviendas si, además de la aplicación de todas las medidas de organización y racionalización técnica, no se lleva a cabo al mismo tiempo, una disminución de los intereses. Por ello, los poderes públicos deberán organizar' la construcción de viviendas para el mínimo nivel de vida, ya que de otro modo no habría ninguna garantía de que las medidas de ayuda financiera que debe tomar el Estado lleguen enteramente a aquellos para quienes son destinadas. Ya que el dinero destinado a abaratar los alquileres de los necesitados es aportado por la comunidad, debería ser destinado sólo a la construcción de alojamientos públicos o de utilidad pública, y, únicamente en caso de emergencia, a la construcción de alojamientos privados. En ningún caso debería ser empleado para avivar la especulación en la edificación.
3) ¿Cómo debe realizarse la vivienda para el mínimo nivel de vida?
Aún no es posible dar una respuesta positiva a esta pregunta; sin embargo, es ya posible contestarla negativamente: debe realizarse de manera que en el futuro no se repitan los defectos que hasta ahora tenían las viviendas para el mínimo nivel de vida. Mientras que en los terrenos muy ramificados de las ciencias de la ingeniería se ha trabajado desde hace largo tiempo con métodos científicos exactos, en las construcciones se ha procedido hasta hoy exclusivamente de una manera, podríamos decir, sentimental. Aun hoy es extraordinariamente difícil para muchos arquitectos comprender que en la construcción de viviendas, el aspecto exterior de los volúmenes y la distribución de las fachadas no deben ser considerados como las principales tareas de los arquitectos, sino que la parte más importante del problema es la construcción completa de la célula individual de vivienda según los principios de una concepción moderna de la vida y que a ellos les corresponde, además, la tarea urbanística de incorporar a la imagen de la ciudad la suma de estas células de viviendas, es decir, el barrio (Siediung), para que de este modo se creen las mismas condiciones favorables para cada elemento individual de la vivienda. Si esta exigencia general se impone sólo con mucha lentitud, bastante peor es todavía la situación de los detalles técnicos de la vivienda. En la mera distribución de espacios en una casa normal, la concepción exacta de los numerosos problemas individuales es de gran significación para el valor del organismo total. La resolución más o menos satisfactoria de los problemas técnicos individuales de la vivienda para el mínimo nivel de vida será realmente decisiva para la cuestión de si la superficie de la vivienda permite todavía su reducción. La respuesta a los cientos de cuestiones que aquí se plantean no puede ser confiada por mucho tiempo únicamente al arquitecto, especialmente cuando él, como ocurre tan a menudo, bajo la máscara de la conveniencia económica, echa mano de estimaciones estéticas simplistas y si le fuese posible impondría sus propias necesidades vitales a aquellos entre los que se encuentran los reclutados en el ejército de las familias con el mínimo nivel de vida. Cuántos papeles inútiles, cuántos fracasos se hubiesen ahorrado si cada arquitecto de viviendas pequeñas hubiese sido obligado a convivir un par de semanas con una familia trabajadora antes de empezar a proyectar y construir. Actualmente no podemos pasar sin la ayuda de los higienistas, de los ingenieros, de los físicos; la vivienda para el mínimo nivel de vida debe desarrollarse hasta que sea un producto perfecto.
Las dificultades que hemos de solucionar aquí parecerían casi insuperables si no hubiese una medida inmutable para estimar el problema conjunto, así como sus partes individuales: el propio hombre. Sólo la exacta consideración de las necesidades humanas, biológicas y sociológicas que atañen a la vivienda para el mínimo nivel de vida prescindirían de teorías inútiles y nos acercarán a la meta de la construcción de viviendas realizadas de tal forma que, aún con alquileres asequibles, satisfagan las exigencias materiales y espirituales de sus ocupantes".
Ernst May: La vivienda para el mínimo nivel de vida, en Aymonmo, La vivienda racional, I. c., pp. 108-113.
Tomado de: LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XX – Textos- Simón Marchan Fiz, Alberto Corazón editor, 1974
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